Cada vez que abro un grifo, me doy cuenta de la comodidad tan grande que es tener agua corriente.

Nací en el año 1935, en un pueblo de la provincia de Palencia. Allí se utilizaba el agua de los pozos. Había mucha gente que lo tenía en su propia casa y estos no tenían problema, pero también éramos muchos los que no lo teníamos.

En el pueblo habían cinco pozos municipales, que estaban en distintos puntos. Estos pozos no estaban tapados y aunque tenían un brocal de un metro de altura, era fácil que los dias de mucho viento fuese a parar adentro paja, principalmente en verano cuando trillaban el trigo o que algún gato callejero acabase dentro del pozo.

Desde luego, la seguridad y la higiene, brillaban por su ausencia… En el año 1950 hicieron un artesiano tomando el agua de un manantial cercano. Lo instalaron en la plaza y de ahí es de donde empezamos a conocer lo que significaba “abrir un grifo“. Aun así, teníamos que ir a buscarlo con cántaros o calderos.

En el año 1972, de ese mismo manantial, se instaló por fín el agua corriente en las casas y pudimos cambiar el barreño por un plato de ducha, tener cuarto de aseo, cocinas con grifo de agua y más tarde lavavajillas, entre otras cosas.

Yo personalmente, tengo una anécdota curiosa: frente a nuestra casa había una familia que nos dejaba a todos los vecinos colindantes (éramos como familia), utilizar su pozo de forma altruista e incondicional, lo que significaba un desfile constante de gente por su casa. A veces, cuando llovía, como las calles no estaban asfaltadas, les dejábamos el portal lleno de barro con nuestras pisadas. Creo que cuando por fín instalamos el agua corriente en casa, se darían cuenta de las molestias que habían tenido que soportar durante tanto tiempo, aunque jamás recibimos una queja por su parte.

Hay que reconocer que el agua de pozo, salía templada en invierno y muy fresca en verano. Tanto es así que cuando veníamos del campo, sacábamos un caldero de agua fresca y allí metíamos el porrón de vino, la gaseosa o el botijo del agua para comer con la bebida fresquita (no había frigoríficos).

Y en cuanto al artesiano, las mozas no dejábamos de ir a buscar el agua con el cántaro, porque era la manera de encontrarnos con los mozos… ¡Algo bueno tenía que tener el hecho de ir a buscar el agua y cargar con él hasta casa!

Abrir un grifo es una maravilla. No abusemos de ello.

Candelas Ballesteros (Grupo de Poesía de Cal Ninyo)
Diciembre 2013